El cáncer de intestino grueso se ha convertido en tema de interés prioritario, tanto por las dimensiones que está alcanzando —es el tercero en el mundo— como por su relación con la dieta. La identificación de los factores alimentarios que condicionan su aparición sería el primer paso para lograr una prevención eficaz.

En España, es el tumor maligno más frecuente, tras los de pulmón y mama. Afecta de modo similar a ambos sexos y es más frecuente a partir de los 60 años. Estos datos sitúan a nuestro país entre los países de riesgo intermedio: un riesgo menor que en los países del norte de Europa, en América del Norte y en Australia, pero notablemente mayor que en América del Sur, en Asia y en África.

Al observar las diferencias entre países, y cómo se modifica el riesgo de padecer la enfermedad en individuos que emigran, se ha sugerido el papel decisivo de los factores ambientales, especialmente de la dieta, en el desarrollo de esta enfermedad. En el caso de los europeos emigrados a Australia tras la Segunda Guerra Mundial, por ejemplo, se observó que la incidencia de cáncer colorrectal se modificaba en relación directa al número de años de permanencia en el país.

Se han identificado una serie de alimentos o componentes de la dieta que se asocian con el riesgo de enfermar. Aunque no existe una total coincidencia entre los resultados de las distintas investigaciones, sí existe un consenso en reconocer que el elevado consumo de carne y grasas de tipo animal se asocia con la aparición de cáncer de intestino grueso. mientras que el consumo de vegetales o fibra se observa frecuentemente ligado a una disminución de riesgo de padecer la enfermedad.

Otros factores como el exceso de peso, la vida sedentaria y una dieta rica en calorías parecen también tener un papel importante en el desarrollo de dicha enfermedad.

Aceite de oliva.

El consumo de grasas vegetales, y especialmente el de aceite de oliva, no parece aumentar el riesgo de este cáncer. Incluso se ha supuesto que la incidencia relativamente baja de la enfermedad que se da en los países del área mediterránea —Grecia, Italia y España— con respecto a los del resto de Europa podría ser debida a la proporción de grasas de tipo vegetal de nuestra dieta.

Muchos de los factores de la dieta asociados al cáncer colorrectal no sólo aumentan la probabilidad de padecer esta enfermedad, sino que también favorecen la aparición de otras como arteriosclerosis, obesidad o diabetes. Es probable que los mismos factores, dependiendo de la distinta susceptibilidad individual, actúen produciendo diferentes enfermedades.

Recomendaciones básicas.

Conocer la relación que las distintas dietas tienen con el riesgo de cáncer de colon facilita las cosas a la hora de establecer unas recomendaciones básicas, entre las que destacan las siguientes:

  1. Intentar mantener un balance calórico equilibrado, de modo que la ingestión de calorías se adapte al gasto. Esto, en términos prácticos, se traduce en intentar mantener un peso próximo al adecuado para cada edad y sexo, utilizando el ejercicio físico como elemento compensador.
  2. Mantener un consumo bajo de grasas de tipo saturado y proteínas de tipo animal, lo que en la práctica significa evitar el consumo excesivo de carnes y derivados lácteos.
  3. Mantener una dieta rica en vegetales, legumbres y frutas.
  4. Limitar el consumo de alcohol, particularmente de los destilados.